El positivismo tóxico es una corriente de pensamiento que promueve la generalización excesiva de los estados positivos en todas las situaciones. Es la tendencia a centrarse únicamente en las emociones positivas, ignorando o reprimiendo las emociones desagradables. Si nos dejamos llevar por él, nos sentiremos presionados para mantenernos felices de forma constante, sin importar la situación por la que estemos pasando.
Se trata de una predisposición que ha ganado fuerza en los últimos años, llegando a convertirse prácticamente en una moda: si pensamos, por ejemplo, en la conocida marca de productos Mr.Wonderful, veremos que está llena de estos mensajes de positivismo extremo.
¿Dónde podemos encontrarlo?
El positivismo tóxico puede estar presente en numerosos momentos de nuestra vida: desde nuestros problemas cotidianos, hasta otros más graves:
Por ejemplo, si simplemente tenemos un día en el que estamos más bajos de ánimo, y las personas de nuestro entorno nos dicen cosas como: ‘venga, ¡sonríe un poco!’, ‘hay que tener una actitud positiva’, ‘hay gente que está mucho peor, y sigue sonriendo’…
También, en situaciones más complicadas, como por ejemplo un duelo. Es común que, cuando acabamos de sufrir una pérdida, algunos de los ‘consejos’ recibidos sean: ‘no te puedes derrumbar, tienes que ser fuerte’, ‘él/ella no querría verte triste’, ‘la vida sigue, hay que pasar página’…
Incluso en situaciones más extremas, como, por ejemplo, padecer cáncer. Existe toda una corriente que defiende que ‘tener una actitud positiva’ ayuda a mantener a raya la enfermedad, cuando no hay ninguna evidencia científica que sustente esto.
¿Cuáles son las consecuencias?
El problema es que el exceso de optimismo o el intento de represión de ciertas emociones no hace que desaparezcan, de hecho, las intensifica. Algunas consecuencias del positivismo tóxico:
Intensificación de las emociones desagradables: cuando tratamos de evitar o reprimir una emoción, en lugar de acogerla y validarla, se vuelve más intensa y duradera.
Invalidación de nuestra experiencia emocional: el positivismo tóxico invalida nuestras verdaderas emociones, y nos hace sentir que no son adecuadas, provocando que nos juzguemos a nosotros mismos por sentirnos como nos sentimos.
Culpa y vergüenza: juzgarnos nos lleva a sentirnos culpables o avergonzados por nuestras emociones, cuando son algo natural y adaptativo.
Aislamiento: pensar de esta manera nos anima a guardarnos nuestros problemas, en lugar de compartirlos y buscar apoyo en las personas de nuestro entorno.
¿Qué podemos hacer para afrontar este positivismo tóxico?
Recordar que las emociones desagradables forman parte de la vida, no podemos ni debemos intentar reprimirlas.
Saber que intentar reprimir una emoción no hará que desaparezca, solo empeorará la situación.
Entender que compartir nuestras emociones y que sean validadas por los demás, es de los mejores antídotos contra la ansiedad y la depresión.
EN VEZ DE DECIR; | DI LO SIGUIENTE; |
"Intenta ver el lado positivo" | "Es normal que te sientas así" |
"Hay gente que esta peor" | "Entiendo que estés mal. ¿Cómo puedo ayudarte?" |
"No pienses en eso, vamos, ¡Sonríe!" | "Estoy aquí, ¿Quieres hablar de ello?" |
"Todo saldrá bien" | "No sé qué pasará, pero estaré a tu lado" |
"Las cosas pasan por algo" | "Siento que haya pasado esto. ¿Puedo hacer algo por ti?" |
"No llores, por favor" | "Llora lo que necesites" |
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