A veces, parece que cuando hablamos de ‘gestionar las emociones’, nos estuviésemos refiriendo a una especie de fórmula mágica para no sentirnos mal.
Es muy común que las personas vengan a terapia diciendo: ‘me gustaría aprender a gestionar la ansiedad’, (o la ira, o la tristeza, o los miedos...), como si existiese una forma de ‘gestionar’ estas emociones, y que de esa manera dejasen de afectarnos.
De algún modo, es como si relacionásemos ‘gestionar las emociones’ con eliminar el malestar que nos producen. Esto no es gestionar las emociones, esto sería dejar de sentirlas. Y por supuesto, no es posible.
Gestionar la ansiedad, no consiste en dejar de sentirme ansioso, o en no pasarlo mal cuando la ansiedad aparece.
Gestionar la ira, no consiste en no enfadarme, o en no tener malestar cuando me enfado.
Gestionar la tristeza, no consiste en que las cosas no me afecten como lo hacen, o en no sufrir cuando estoy triste.
Gestionar el miedo, no consiste en no pasar miedo, o en que el miedo no me haga pasarlo mal cuando aparece.
No existen fórmulas mágicas, no podemos dejar de sentir emociones, y no podemos ni debemos intentar librarnos del malestar que nos generan. Gestionar las emociones desagradables, no significa que no nos sentiremos mal.
Entonces, ¿Qué es gestionar las emociones?
Todas las emociones son necesarias, aparecen para informarnos de algo, y la forma adecuada de gestionarlas es precisamente sintiéndolas, y escuchando lo que nos tienen que decir, aceptando el malestar que nos producen.
Gestionar la ansiedad, consiste en entender que, aunque me haga pasarlo mal, no es peligrosa. Y que si la acepto y la dejo estar, acabará pasando.
Gestionar la ira, consiste en entender que es legítimo que haya cosas que me enfaden, y poder expresarlas sin descontrolarme.
Gestionar la tristeza, consiste en aceptar que habrá cosas que me entristezcan y que lo pasaré mal, pero debo permitírmelo, y será algo temporal.
Gestionar el miedo, consiste en entender cuál es la función que está cumpliendo y, aunque sentirlo me haga pasarlo mal, poder convivir con él y seguir haciendo lo que hago.
En definitiva, gestionar las emociones no es otra cosa que permitirnos sentirlas. Tratando de entender por qué han aparecido, escuchando el mensaje que nos traen, aceptando el malestar que conllevan, y dándoles su espacio, sabiendo que serán temporales.
La importancia de aceptar el malestar
Todas las emociones son necesarias, aparecen para informarnos de algo, para traernos un mensaje. Las emociones desagradables, nos transmiten ese mensaje por medio del malestar:
La ansiedad me genera malestar, y así me avisa de que quizá me estoy enfrentando a una situación que excede mis recursos, y tengo que estar preparado.
La ira me genera malestar, y así me avisa de que quizá no se están respetando mis derechos, o alguien está rebasando mis límites, y tengo que activarme para defenderme.
La tristeza me genera malestar, y así me avisa de que quizá he sufrido una pérdida, o hay alguna situación en mi vida con la que estoy a disgusto, y tengo que procesarla, y/o buscar apoyo en los demás.
El miedo me genera malestar, y así me avisa de que quizá estoy ante un peligro, y tengo que movilizarme para protegerme.
El malestar es necesario, tiene una función, forma parte de sentir y de ser humanos.
Intentar librarnos de él solo lo hará más intenso: tendremos el malestar en sí mismo, y el malestar ‘extra’ de estar luchando contra él, sin éxito. Sin embargo, el simple hecho de aceptarlo, nos ayudará a que sea un poco más manejable.
Si de todos modos sentiré malestar, ¿En qué me pueden ayudar las habilidades de gestión emocional?
Hasta ahora hemos hablado de que, por mucho que aprendamos a ‘gestionar nuestras emociones’, esto no hará que dejemos de sentirnos mal. ¿Para qué nos sirve entonces aprender a gestionar nuestras emociones?
Para estar más abiertos a sentir: cuanto más abiertos y atentos estamos a nuestras emociones, más fácil nos es detectarlas, y no tenemos que esperar a que sean demasiado intensas para darnos cuenta de que están ahí. Así son más fáciles de manejar.
Para entender mejor cómo nos sentimos: saber qué emoción estamos sintiendo en cada momento, y por qué, y no confundirla con otra.
Para conocer más sobre nuestras emociones: por qué aparecen, qué situaciones o pensamientos las disparan, qué mensaje nos traen, si el mensaje tiene razón o no según el momento en el que llegue...
Para hacer menos intenso el malestar: teniendo estos conocimientos sobre nuestras emociones, y aceptando el malestar en vez de intentar eliminarlo, será menos intenso y duradero, y más fácil de sobrellevar.
En conclusión, conocer habilidades de gestión emocional no evitará que nos sintamos mal, pero sí nos ayudará a que el malestar sea menos intenso, y a no tener reacciones descontroladas. Recordemos que, sentirnos mal de vez en cuando, forma parte de estar vivos.
Si quieres aprender a como gestionar tus emociones te una manera mas eficaz, contáctanos:
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